miércoles, 30 de junio de 2010

¿Es grave, doctor?

Voy a hacer un inciso en la crónica escandinava, pero es que desde ayer vivo sin vivir en mí. Anoche tuve una experiencia de esas que te hacen plantearte si no habrás estado equivocada toda la vida en cuanto a tus más profundas convicciones.

Desde siempre he odiado con todo mi ser el fútbol. Su sola visión me producía un aburrimiento exasperante. Creo que todo se remonta a un trauma infantil, cuando mi hermano y mi padre me ignoraban por sistema cada vez que había partido en la tele, y yo acababa aburrida y enfadada en mi habitación (y con algún azote encima) todas las jornadas de liga. Esas cosas marcan, y desde entonces he sido incapaz de comprender el goce y disfrute de todos aquellos que se arremolinan delante del televisor con unas cervezas durante noventa minutos de pelota va, pelota viene.

Tampoco entiendo el sex-appeal que provoca en las féminas la figura del futbolista (ni la del torero, ya que estamos). A mí Raúl, Guti o Casillas me resultan aburridos, sosos y soporíferos. Y las polémicas con Saras Carboneros, Evas González o Aranchas de Benito me la traen al pairo.

Y me indigno con la indignación de mis compañeros de trabajo cuando cada año protestan por gastarse el dinero en los libros de texto de sus hijos, pero que sueltan sin pestañear por su carné del Real Madrid más de 700 eurípides todas las temporadas.

Sin embargo, ayer empecé a ver sin mucho interés el partido de La Roja (¿quién habrá sido el espabilado al que se le ocurrió llamarla así?) y confieso que en el segundo tiempo ya no pude dejarlo e incluso solté algún grito por un gol fallido, me mofé de Cristiano y sus pucheros y aplaudí cuando el árbitro dio fin al encuentro. Y ahora me encuentro pensando que qué bien que en cuartos nos ha tocado Paraguay y cuál será el mejor bar para ir a ver la final.

Estoy francamente preocupada.

3 comentarios:

  1. Lo más importante del fútbol es que une a las personas. Ante eventos de este tipo la gente se hace una piña, como si remara para el mismo barco. Es una especie de magia y de buen rollo que nos hace sentir de puta madre! Eso sí, la liga me parece soporífera y demasiado larga. Yo me quedo con los mundiales y las eurocopas!

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  2. El mundial ya es de las pocas cosas que te pueden unir (de alguna forma) a ese vecino procedente de un país asiático o americano y que dudas para situarlo en el mapa.
    El martes ya había una mujer borracha paraguaya insultando a los españoles y gritando que nos iban a ganar. Su marido y yo nos sonreímos, y a eso le llamo yo un intercambio cultural.
    Lo de que nos preocupe esto más que la política ya es otra historia ...

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  3. No te preocupes...tu afición por el fútbol es algo coyuntural y en cierta forma debido al ambiente. Cuando pase el mundial volverás a odiar el fútbol ¡Si lo sabré yo!

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