jueves, 17 de marzo de 2011

Comenzando el trozo 2 de la semana

-En mi opinión, el lunes, el martes y el miércoles forman un trozo de semana, el trozo 1. Lo que ocurre en el trozo 1 es com­pletamente distinto de lo que ocurre en el trozo 2.

-¿El jueves, el viernes y el sábado?

-Eso es. Si observamos atentamente, vemos más sorpresas im­portantes en el trozo 1, en general, digo bien, en general, y más precipitación y diversión en el trozo 2. Es una cuestión de ritmo porque no alterna jamás, a diferencia de los aparcamientos para coches en algunas calles, donde durante una quincena se puede aparcar y durante la siguiente no se puede. ¿Por qué? ¿Para que la calle descanse? ¿Para dejar la tierra en barbecho? Misterio. De to­das formas, en los trozos de semana nada cambia jamás. Trozo 1: nos interesamos, creemos los chismes, encontramos cosas. Drama y milagro antrópicos. Trozo 2: no encontramos absolutamente nada, no aprendemos nada, la vida y la compañía resultan irriso­rias. En el trozo 2, da igual cualquier persona y cualquier cosa, y entonces nos dedicamos a beber, mientras que el trozo 1 es más importante, evidentemente. Prácticamente, un trozo 2 no puede estropearse, o digamos que no tiene importancia. Sin embargo, un trozo 1, cuando lo hacemos polvo como el de esta semana, produ­ce un impacto. Lo que también ha ocurrido es que en el café había lentejas con carne en el menú. Las lentejas con carne me ponen triste. He sentido una gran desesperanza. Y eso, en pleno final del trozo 1. Ha sido una mala suerte ese puñetero plato.

-¿Y el domingo?

-¡Ah, claro! El domingo es el trozo 3. Ese día solo cuenta como un grupo completo, cosa que explica su gravedad. El tro­zo 3 es la desbandada. Si usted conjuga unas lentejas con carne y un trozo 3, realmente lo único que puede hacer es morirse.

Fred Vargas, El hombre de los círculos azules

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