domingo, 25 de julio de 2010

Fashion victim

Tendría que escribir más a menudo, si no quiero que las tres personas que me leen se aburran y olviden pasarse por aquí de vez en cuando. Pero la idea de que me quedan sólo cinco toques de despertador para irme de vacaciones y dejar la gran ciudad tres semanas enteritas me tiene absorbido el cerebro. Ya sólo puedo pensar en dormir la mañana, ir a la playa, tomar mojitos y dedicarme al dolce far niente.

De hecho, ayer salí con la intención de adquirir unas gafas de sol que protejan mis retinas de la luminosidad gaditana. Intento fallido, por supuesto. Ante el dilema de si comprarme unas Christian Dior preciosísimas o pagar el alquiler del mes, opté por irme a casa con las manos vacías. Esto de ser pobre es una putada.

Como alguien tenía que irse a casa con algo comprado, Sandra, mi asesora en óptica, acabó haciendo uso de las rebajas del Skunkfunk de Fuencarral. Mientras la esperaba fuera del probador sufrí los comentarios reprobatorios de uno de los dependientes de la tienda sobre mi vestido, de esa misma marca, por llevar un modelo "del año de la tana", según él. Intenté explicarle que era un vestido de hacía dos temporadas, comprado allí mismo, pero él insistía en que no, que tenía que haberlo comprado en un outlet (dicho como un insulto), porque a él no le sonaba ese modelo. Tras unas palabras más, salí de allí con la sensación de haber roto alguna regla no escrita.

La próxima vez me veo yendo de compras antes de poder ir de compras, para conseguir la indumentaria adecuada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario