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Historias de terror al calor de la hoguera. |
Como bien saben los que me conocen fuera del ámbito virtual, soy la responsable en gran medida de la venta de un buen puñado de libros electrónicos, e-readers o como quiera llamárselos. Allá donde voy canto las bondades de mi Kindle y creo que he logrado convencer a unos cuantos de que se compren uno. Es más, Amazon debería nombrarme comercial honoraria en el territorio español por toda la propaganda que le hago.
Por otro lado, me dedico a ganarme el pan dentro del ámbito editorial «analógico» o «en papel», en forma de libros, revistas y todo lo que caiga en mis correctoras manos. De hecho, hasta ahora no creía que ambas cosas fuesen incompatibles.
Menos mal que ha venido Juan Manuel de Prada a iluminarme con su columna de la semana pasada. Cito:
Nunca dejará de sorprenderme la actitud suicida adoptada por las editoriales ante el libro electrónico [...] las editoriales se lanzaron al "mercado digital" para expandir su negocio, sin entender que los lectores no se "expanden" por arte de birlibirloque; sin entender tampoco que el "mercado digital" es una engañifa completa, pues pagar por algo que se puede obtener gratis y en condiciones óptimas no se le ocurriría ni al que asó la manteca.
Resulta que el fin del libro, los escritores y la cultura escrita ya está aquí. Sí, señoras y señores, el otrora autor de Coños y actual tradicionalista, conservador ultracatólico, el que negó la teoría de la evolución y que ahora gravita en la órbita de Intereconomía TV, donde se dedica a anunciar su segundo matrimonio en directo, nos argumenta así de bien lo que va a pasar: quién va a pagar por algo que puede conseguir gratis.
Si tenéis estómago, leed su artículo completo; y si no, aquí está la respuesta de Juan Gómez-Jurado, que lo resume estupendamente y le desmonta sus pobres argumentos uno por uno. Más de un editor que conozco debería leérsela también.
Y yo animando a mi jefe para que empiece a editar en digital...