Ayer me terminé Nunca me abandones, novela de Kazuo Ishiguro que me he ventilado en menos de una semana (dado mi ritmo de lectura últimamente, esto es todo un exitazo, para Kazuo y para mí). La recomiendo, como antes me la recomendaron a mí (gracias, Ale). Empieza así:
Mi
nombre es Kathy H. Tengo treinta y un años, y llevo más de once
siendo cuidadora. Puede parecer mucho tiempo, lo sé, pero lo cierto
es que quieren que siga otros ocho meses, hasta finales de año. Esto
hará un total de casi doce años exactos. Ahora sé que el hecho de
haber sido cuidadora durante tanto tiempo no significa necesariamente
que piensen que soy insuperable en mi trabajo. Hay cuidadores
realmente magníficos a quienes se les ha dicho que lo dejen después
de apenas dos o tres años. Y puedo mencionar al menos a uno que
siguió con esta ocupación catorce años pese a ser un absoluto
incompetente. Así que no trato de alardear de nada. Pero sé sin
ningún género de dudas que están contentos con mi trabajo, y, en
general, también yo lo estoy. Mis donantes siempre han tendido a
portarse mucho mejor de lo que yo esperaba. Sus tiempos de
recuperación han sido impresionantes, y a casi ninguno de ellos se
le ha clasificado de «agitado», ni siquiera antes de la cuarta
donación. De acuerdo, ahora tal vez esté alardeando un poco. Pero
significa mucho para mí ser capaz de hacer bien mi trabajo, sobre
todo en lo que se refiere a que mis donantes sepan mantenerse «en
calma». He desarrollado una especie de instinto especial con los
donantes. Sé cuándo quedarme cerca para consolarlos y cuándo
dejarlos solos; cuándo escuchar todo lo que tengan que decir y
cuándo limitarme a encogerme de hombros y decirles que se dejen de
historias.
Creo que ya estoy preparada para ver la película, aunque a lo mejor espero un poco a digerir el libro, que tampoco es cuestión de hundirse a una misma en la miseria.
 |
Donantes a la espera de regalarte sus órganos. |
El caso es que ahora tengo que elegir libro nuevo, y tengo dos esperando en la recámara:
 |
Me muero de ganas de saber
qué pasa entre Rebecka Martinsson
y su exjefe en la cuarta novela de la Larsson. |
 |
A este señor me lo han recomendado desde
distintos sitios, así que habrá que catarlo. |
El problema es que no encuentro ninguno disponible en castellano en formato electrónico, y como necesito alimentar mi Kindle, la única opción es Amazon y el idioma de Shakespeare. Y no sé yo si el señor Franzen en inglés estará a mi alcance, así que lo más probable es que opte por la sueca de Kiruna, mucho más accesible, seguro, para alguien que las únicas lenguas que estudió en serio llevan más de dos mil años muertas.
¿Y vosotros qué os estáis leyendo?